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Motivación
La Física es una ciencia y por tanto experimental.
Aunque la belleza es un imponderable en Física, podemos seleccionar
los diez experimentos de la Física más bellos como los que mejor
conjugan el impacto que tuvieron en la misma como la elegante
(simple) forma de diseñarlos y realizarlos. En el año 2002 Robert P.
Crease, historiador de la ciencia, preguntó a los lectores de la
revista Physics World cuáles eran, en su opinión, los experimentos
más bellos de la física. Para confeccionar la lista escogió los diez
experimentos que fueron citados por los lectores con mayor
frecuencia. Su lista se publicó en la revista Physics World, pero de allí la noticia saltó a
las páginas de The New York Times el 24 de septiembre de 2002 y
en España fue el diario El País el que dedicó mayor atención a la
noticia en su edición del 23 de octubre de 2002.
Desde el Departamento
de Física Aplicada de la Universidad de Granada, y bajo la
dirección del profesor Miguel Cabrerizo, se inauguró en junio de
2008 en la Facultad de Ciencias de esta Universidad un
laboratorio-exposición en el que se recrean los diez experimentos
más bellos de la Física según la lista elaborada por Robert P.
Crease en 2002. Este laboratorio tiene una doble finalidad, dar
difusión a importantes avances científicos realizados por el hombre
a lo largo de su historia y mostrar de una forma simpática y mágica
la, injustamente considerada aburrida, labor de los físicos.
- R. P. Crease, El prisma y el péndulo: Los diez experimentos más
bellos de la ciencia (Ed. Crítica, Barcelona, 2009).
- M. Lozano Leyva, De Arquímedes a Einstein. Los diez experimentos
más bellos de la física (Ed. Debate, Barcelona, 2005).
- Revista española de Física
- Artículo publicado en El Mundo-08/11/2014
Los experimentos:
- El
experimento de la interferencia de la luz (Young – 1801)
Cuando 1+1 no son 2. La sombra que deja un haz de luz a través de
UNA rendija reproduce la forma de la rendija aunque con un borde
difuso, ya que la difracción de la luz (onda) produce dicho
efecto. Lo mismo ocurrirá a través de una segunda rendija muy
cercana a la primera cerrada. Sin embargo, si son DOS las rendijas
abiertas, la sombra resultante es un patrón de zonas brillantes y
oscuras. Esto se debe a la interferencia entre las ondas
difractadas. Interferir no es sumar ni restar. Estos fenómenos son
exclusivamente ondulatorios, o quizás no.
- La
difracción del electrón en una doble rendija (Jönsson - 1961)
Cuando 1+1 sigue sin ser 2. La luz, que es una onda que llena
todo el espacio y por tanto no está localizada completamente
(localización indeterminista), está compuesta por fotones que son
paquetes de energía (sin masa) y que actúan como partículas
(sistema localizado en el espacio de manera inequívoca) según el
efecto fotoeléctrico: extracción de electrones por incidencia de
radiación electromagnética. Pero ¿una partícula se comportará como
onda? Si se lanzan partículas (con o sin masa) de una en una a
través de una rendija, tras un tiempo suficiente se formará una
mancha semejante a la sombra de la misma, incluso con un borde
difuso porque unas partículas se desviarán de la dirección normal
a la rendija al “chocar” contra sus bordes. Lo mismo ocurrirá con
una segunda rendija muy cercana a la primera cerrada. Pero al abrirse las
dos rendijas, lo que se observa no es la superposición de dos
manchas, sino otro patrón de interferencias como ocurriera con la
luz. La explicación es que la partícula se comporta también como
un paquete de densidad de probabilidad que puede pasar por las dos
rendijas a la vez y que interacciona consigo misma. Este efecto es
cuántico y es observable en sistemas pequeños (átomos, partículas
atómicas y elementales).
- La
descomposición de la luz solar mediante un prisma (Newton -1665)
De mil colores. Newton defendía la teoría corpuscular de la luz y
suponía que los fotones iban a diferente velocidad (energía) según
la longitud de onda. Si la luz penetra en un medio, éste ofrecerá
diferente resistencia a los fotones con diferente velocidad lo que
provocará al atravesar una frontera la refracción de la luz en
haces de diferente longitud de onda. Este es el principio del arco
iris, donde las gotitas de agua suspendidas en el aire hacen las
veces de prismas esféricos.
- El
experimento de la torre de Pisa (Galileo – siglo XVII) Si lo
imagino, me lo creo. El experimento, probablemente pensado, de
Galileo consistió en dejar caer dos objetos de diferente forma,
tamaño y masa sobre la Tierra pero despreciando el efecto viscoso
del aire. La aceleración de la gravedad, como cualquier otra
aceleración es independiente de la masa (inercia). Lo bello del
experimento, además de lo simple, radica en cómo sin hacerlo
realmente, Galileo supo(so) el resultado, como ocurriera con
Einstein y el postulado de la invariancia de c.
- El
experimento de la gota de aceite (Millikan - 1909) La carga
se suma de cuanto en cuanto. La constante UNIVERSAL de carga
elemental, no depende del sistema de referencia, como sí le ocurre
a la masa o energía (Relatividad). Basta dispersar un aerosol
cargado negativamente (como casi todo en la naturaleza) en aire, y
someterlo a una diferencia de potencial que puede cambiar de
signo. Observando la velocidad terminal de las gotitas del
aerosol, se puede medir la carga de cada gota. Esto permitió
observar que todas esas cargas (no nulas) eran múltiplos enteros
de otra. Lo bello de este experimento es la medida simple y
precisa de cargas eléctricas.
- El
experimento de la balanza de torsión (Cavendish – 1798) La
escala no importa. La constante UNIVERSAL de gravitación permite
predecir el movimiento planetario, el de galaxias, el de una
manzana en caída libre en la Tierra o en cualquier otro planeta.
Por ello se puede medir a escala de laboratorio, midiendo la
fuerza gravitatoria entre dos objetos de masas conocidas y a
distancias conocidas. Ya que esta fuerza es muy pequeña, debe
utilizarse un instrumento con sensibilidad suficiente como una
balanza de torsión equilibrada, donde las fuerzas se traducen en
desplazamientos angulares. Hay que prestar cuidado con la medida
intrusiva: efecto gravitatorio del observador. Lo bello es acceder
en el laboratorio a una propiedad del UNIVERSO.
- El
experimento del plano inclinado (Galileo – siglo XVII) El
movimiento se demuestra rodando. Un objeto móvil describiendo un
Movimiento Rectilíneo Uniformemente Acelerado con una velocidad
inicial nula, debe recorrer una distancia proporcional al cuadrado
del tiempo, siendo la constante de proporcionalidad la aceleración
dividida por dos. Galileo no tenía cronómetros ni fotodectectores
aunque sí un buen sentido del ritmo. Usó un plano inclinado con el
que regulaba el tiempo de caída total de una esfera a través del
ángulo de inclinación. Galileo observó que los espacios recorridos
rítmicamente (usó tripas secas de gatos como topes) seguían una
sucesión impar (1d, 3d, 5d, 7d...) de manera que la distancia
total era igual al número de tramos recorridos al cuadrado
(1d+3d+5d+7d=16d =4²d=d(t/t0)²=½ a t²), lo que se traduce en que
el espacio recorrido es directamente proporcional al cuadrado del
tiempo. A esto Galileo le llamó la ley de los números impares
(¡caprichosa naturaleza!).
- El descubrimiento
del núcleo (Rutherford – 1911) Aunque no lo vea, me lo creo.
¿Cómo conocer que existe algo que no se puede ver? Mientras se
debatía el modelo atómico, Rutherford decidió bombardear con
partículas alfa (con carga +2e y a alta velocidad) una delgadísima
lámina de oro (red cristalina de átomos). Lo esperable, según el
modelo atómico de Thomson, es que todas las partículas alfa
atravesaran la red de átomos bien por pasar entre ellos o a través
de ellos. Pero, unas pocas partículas se desviaban
significativamente de su dirección de incidencia, incluso
rebotando hacia atrás, retrodispersándose. Una vez descartado
cualquier artificio experimental, la única explicación posible es
que dentro del átomo debe haber algo que repele fuertemente las
partículas alfa. Conociendo cómo se dispersan las partículas alfa
es posible medir el radio de ese misterioso objeto: el núcleo
atómico (con carga +Ze). Hay que saber que un núcleo en un átomo
es como una canica en el centro de un campo de fútbol (¡Cuánto
espacio desperdiciado!). Con un juego llamado Plinko donde se dejan caer bolitas a través de
una malla de topes, es posible conocer la geometría y distribución
de esos topes examinando la distribución de probabilidad con la
que caen las bolitas.
- El péndulo de
Foucault (Foucault – 1851) Vean girar la Tierra desde la
propia Tierra. ¿Cómo saber con un simple péndulo si estamos en un
sistema acelerado? La segunda Ley de Newton es válida desde un
sistema de referencia inercial (no acelerado). Si un péndulo
describe un movimiento inesperado en términos de la 2ª ley de
Newton, un físico podrá concluir que el sistema desde el que
observa el movimiento del péndulo está acelerado. Por ejemplo,
dentro de un vagón de tren, si se observa que un péndulo,
inicialmente en reposo, se desplaza misteriosamente hacia atrás,
el tren estará acelerando. Si se desplaza hacia delante, estará
frenando, y si se desplaza hacia un lado, estará tomando una curva
con una concavidad contraria hacia donde se inclina el péndulo. En
estos términos, Foucault decidió utilizar un péndulo simple en
oscilación para demostrar que la Tierra gira, incluso pudiendo
medir en qué latitud se realiza el experimento (incluso
hemisferio), sabiendo la velocidad de giro de la Tierra sobre su
propio eje. Una masa suficientemente pesada atada a una cuerda
suficientemente larga describiendo ininterrumpidamente un
movimiento oscilatorio en la Tierra, su plano de oscilación no
debe cambiar según la 2ª Ley de Newton. Sin embargo, cambia
aparentemente. Esto también se observa con la flecha de un
giróscopo en movimiento. En realidad, quienes se mueven son los
observadores. Este efecto se observa con objetos en movimiento
pero no constreñidos al sistema de referencia, en movimiento
también. Lo bello de este experimento radica en el razonamiento
científico utilizado y cómo una simple observación indirecta
permite concluir algo tan importante como que la Tierra gira. Hay
que destacar que un sistema inercial puro no existe, en el
Universo todo gira. Pero podemos tomar ciertos sistemas como
inerciales según el grado de aceleración que admitamos.
- La medición de la circunferencia terrestre
(Eratóstenes – siglo III a.c.) La Tierra se mide su propia
cintura. Con un poco de culturilla, un planteamiento muy simple y algo de trigonometría,
tres siglos a.C., Eratóstenes, un filósofo griego, logró medir el radio de la
Tierra con bastante precisión, demostrando a la vez que no era plana. Leyendo en la biblioteca de Alejandría, aprendió que en Asuán el 21 de Junio el Sol incidía perpendicular a la Tierra porque se podía ver su reflejo en el fondo de un pozo (es lo que tiene estar en un Trópico).
Comprobó que esto no ocurría en Alejandría al medir la sombra que dejaba un obelisco el mismo día. Mandó medir la distancia entre estas ciudades (¿quién podría haber medido eso?), como extremos de un arco de circunferencia, y así obtuvo una estimación del radio la Tierra. Otro elegante experimento para medir una propiedad de un sistema sin tener que observarlo desde
fuera. Lo simple es casi siempre bello.
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